La contradicción de identificarlo con el demonio de los cristianos fue debido a que los sacerdotes se encontraron que al querer imponer su religión aplicándola por la ley de la fuerza a los esclavos tuvieron muchas dificultades, conflictos y problemas: demasiados dioses y divinidades de un pueblo al que estaban sometiendo.
Los misioneros se vieron obligados a adaptarse a todo el panteón Menina, pero por supuesto, no nos olvidemos, faltaba el demonio cristiano y quien mejor que Eshú al que no conocían y su ignorancia les hacía temerles, no se preocuparon por averiguar que es quien tenía más afinidad con las personas y todos los pedidos que el pueblo esclavo les hacía eran asuntos de la vida misma.
Los humanos temen lo que no conocen y los blancos dominantes temían al negro sometido que adoraba al demonio, ya que éste le protegía de la injusticia, infamia, y el absolutismo del blanco.
El miedo junto con la ignorancia hace milagros, el pánico se apoderaba de los blancos cuando encontraban en las Encrucijadas, cercas de sus casas, cruce de caminos, etc. los ebos de ofrenda a Eshú para cualquier petición, ellos sólo veían el demonio lanzado contra ellos.
Otra baza a favor de identificarlo con un demonio es su representación en rojo y negro, el simbolismo de masculinidad que representaba y su escenificación física que era con un gran falo en la mano. Esta imagen sólo podía representar a un demonio.
A Eshú debe ofrecérsele siempre en primer lugar, es un fundamento indicado de todos sabido, pero cuál es el origen de esta tradición, hay varias leyendas:
– Eshú era el dueño de la adivinación que le había dado Orunmilá y estaba harto porque los hombres lo molestaban día y noche e Ifá hizo un pacto con él. Eshú quería protagonismo y primacía en todas las ceremonias e Ifá se lo prometió si le da el don de la adivinación que tenía. Lo cual Eshú aceptó y pasó a ser el primero en recibir las ofrendas.
– Eshú se enteró de que Obbatalá se encontraba enfermo y que nadie podía solucionar su problema. Se presentó y con unas hierbas lo curó. Obbatalá le dio como premio que en todas las ceremonias fuese servido en primer lugar.
– El rey Congo tenía tres hijos: Shangó, Ogún y Eshú, éste era un niño problemático y turbulento.
Un día murió y a partir de entonces cada vez que hacían un sacrificio a los espíritus o hacían una fiesta religiosa nada salía bien, los ruegos a los dioses no eran oídos, los rebaños morían por las epidemias, las cosechas se estropeaban, los hombres y los niños enfermaban.
Se recurrió a un babalao que consultando los obis le dijeron que Eshú tenía celos y quería parte de los sacrificios.
Nadie se acordaba de él, era aquel negrito tan pesado e incordiante que siempre estaba molestando. Así en adelante no se pudo hacer nada sin que él fuera servido en primer lugar para no molestarse.
Eshú tiene como compañero y mensajero a Ifá que lleva el destino del universo dictado por los Orishás, es su portavoz y mensajero.
Él abre y cierra los caminos, tiene la llave de todas las puertas, es hijo de Oyá, mensajero de Obbatalá, hermano de Ogún y camarada de Shangó.
Solo rinde homenajes al Orixá mayor. Uno de sus símbolos es una serpiente porque ella siempre está durmiendo en los caminos y Eshú es el dueño de los caminos.
Eshú es una palabra Menina que significa esfera, energía cósmica en movimiento, actor emprendedor, fermento y fabricante de reacciones.
Le gusta hacer el bien a través de curaciones, quitar ojeos o trabajos de magia negra personales, deshacer trabajos o cortar embrujos. Cuando a una persona le quitamos de encima una entidad negativa: quiumba, él es el encargado de llevarla al lugar que le corresponde en el astral.